La rabia en los perros: por qué debemos evitar que aparezca

La rabia es una enfermedad muy grave, en la mayoría de los casos mortal, que puede afectar a todos los mamíferos, entre ellos perros y personas. Este es el principal motivo por el que debemos evitar su aparición. Dada su peligrosidad y su alto índice de contagio, erradicarla es prioridad absoluta.

Es un virus de la familia Rhabdoviridae el responsable de la existencia de esta enfermedad. Los perros pueden padecerla y son los principales transmisores a nivel mundial, aunque también los gatos y otros animales salvajes o domésticos, pueden propagarla. Proteger a tu perro frente a un posible contagio es de vital importancia porque en la mayoría de los casos, si la contrae, tu mascota tendrá que ser sacrificada por dos motivos:

  • Para evitarle un sufrimiento innecesario.
  • ara frenar, en lo posible, la expansión de la enfermedad.

El contagio se produce al entrar en contacto con la saliva de un perro infectado, generalmente a través de la mordedura, aunque se han dado casos de canes afectados por lamer u olisquear algún objeto de otro perro enfermo. Por eso es tan importante evitar que aparezca porque el virus transmisor puede entrar en el organismo de tu perro si otro perro se provoca una herida, por leve que sea.

La vacuna, la mejor medida preventiva para evitar que aparezca la rabia

Rabia en perros


Los casos de curación de la rabia son realmente una excepción. Para ella, prácticamente no existe tratamiento efectivo. Es una enfermedad mortal, por eso es tan importante evitarla. La vacunación es la medida más eficaz para lograrlo. La vacuna contra la rabia es obligatoria en España y en un gran número de países.  Se suele poner en torno a los 5 o 6 meses y se debe renovar con una dosis anual. Si quieres dejar al mínimo las opciones de que esta enfermedad pueda afectarle, recuerda lo importante que es seguir el calendario de vacunas.

Hacer todo lo posible por erradicar la rabia es fundamental porque la existencia de un solo caso podría desencadenar múltiples contagios. Además, otro motivo para evitar que pueda padecerla es que hablamos de una enfermedad larga y dolorosa. Un perro que la sufra puede atravesar distintas fases a cual peor:

  1. Fase prodrómica. En los primeros días el perro puede experimentar un evidente cambio de conducta. Es habitual que su comportamiento sea más inquieto, nervioso o asustadizo, aunque La aparición de fiebre es también algo generalizado.
  2. Fase furiosa. El perro se muestra agresivo e irritable. Parece querer morder todo lo que encuentra a su paso. Problemas de orientación, hiperactividad, dificultad al tragar, exceso de salivación (“espuma” en la boca y en el hocico), temblores o convulsiones pueden aparecer.
  3. Fase de parálisis. La rabia afecta al cerebro y al sistema nervioso del animal por lo que en su última fase los músculos de la cabeza y del cuello quedan paralizados.

Evitar la propagación de la rabia

En muchas comunidades autónomas hay campañas para animar a los dueños de perros (y gatos) a vacunar a sus mascotas. Es de vital importancia para evitar que esta grave enfermedad se extienda. Un solo perro podría contagiar a un número importante de animales simplemente al provocarle un arañazo o mordisco jugando o en una pelea. Se cree que el virus también podría transmitirse al entrar en contacto con algún objeto que del perro enfermo, por ejemplo una pelota o un mordedor.

Por último, no hay que olvidar que la rabia también se trasmite a los humanos, con sintomatología diversa, más o menos grave, que siempre requiere atención médica. Motivo más que suficiente para tener como objetivo la erradicación de la rabia.

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