¿Por qué marcan los perros?

(Polarpx) || Shutterstock

Interrumpir el paseo para levantar la pata y orinar, apenas unos segundos y en cualquier sitio, es una conducta propia de muchos mamíferos, entre ellos los perros. Generalmente detrás de esta costumbre subyace el instinto natural de marcar el territorio.

El marcaje es parte del lenguaje canino. Cuando un perro se detiene en una esquina, ante un árbol o en cualquier otro lugar, olisquea y orina, está dejando una huella clara y precisa de que él ha pasado por ahí y que ese sitio es parte de sus dominios.


Cuando un perro marca, no está satisfaciendo una necesidad fisiológica. Su orina deja un olor único que otros perros reconocerán. A veces marcan espacios muy concretos, por ejemplo la puerta de una casa donde detectan que hay una hembra en celo. En otras ocasiones, parece que van señalando el camino por el que transcurre su paseo diario, seguramente para dejar claro a los demás que “estoy aquí y ésta es mi ruta”. También puede ocurrir, sobre todo en el caso de cachorros, que marquen algún objeto concreto, como una pelota o un tirador. Es su manera de decir que eso les pertenece. El hecho de marcar, señalando algo, siempre está relacionado con el instinto de posesión.

¿Algunos perros marcan más que otros?

El marcaje es algo común a todos los canes pero es cierto que hay perros en los que esta costumbre puede llegar a sorprender por su continuidad.

Cuando el marcaje resulta demasiado llamativo, puede deberse a causas añadidas a su instinto natural. Algunos animales marcan más de lo habitual por nerviosismo o por estrés ante una situación que no controlan, por ejemplo, la llegada de un bebé a casa, un cambio de domicilio que supone un entorno desconocido para ellos, la presencia cercana de otro perro o de un gato… son casos en los que el marcaje puede llegar a ser obsesivo.

Como norma general, el perro marca para dejar claro que ése es su territorio y, si hay una linda perrita en celo cerca, para demostrar, además, que él está ahí y que pudiera convertirse en el perfecto galán.

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