Los perros no son juguetes para regalar, recuérdalo estas Navidades

Llegan las fiestas navideñas, y con ellas, el momento de regalar a nuestros seres queridos aquello que sabemos que les hará más ilusión.

Los niños siempre han tenido una conexión especial con los animales, quizá porque ambas inocencias, la del niño y la de su mascota, se entrelazan en una sola gracias a la afinidad que comparten. Dos seres puros, aún no contaminados por los claroscuros del mundo de los mayores, que inician una aventura juntos en la que la inmutable naturaleza del animal caminará junto a la del niño, como guardiana silenciosa y leal de su íntegra transición a la edad adulta.


Por eso resulta tan fácil escoger a un perro como regalo ideal para nuestro hijo, porque sabemos que acertaremos de lleno, al menos en un principio. Y por eso también es fundamental tener muy claro que un perro no es un juguete del que podamos deshacernos cuando ya ha pasado la euforia inicial de su llegada a nuestro hogar. De sobra está decir que un perro siente y padece el desprecio y el abandono, incapaz de comprender cómo los miembros humanos de su manada se desentienden de él cuando daría su vida por defenderlos y los acompañaría hasta la Luna si fuera necesario.

¿Y el niño? Después de que sus padres abandonen a su mascota ante el engorro de tener que llevársela de viaje o por el hecho de que juegue con algún objeto de la casa que no debería estar a su alcance, un niño es incapaz de asumir la desaparición de su mejor amigo, sin más remedio que resignarse con el tiempo, y dándose de golpe con una triste realidad en la que sus padres abandonaron a su suerte a una importantísima parte de su vida por simple comodidad. La oportunidad de aprender de la lealtad de un compañero inseparable, convertida en una triste lección de egoísmo.

Por eso, si vas a regalar un cachorro a tus hijos asegúrate de que en lugar de un regalo navideño será un regalo para toda la vida. Si no es así y en casa no estáis dispuestos a tolerar calcetines mordidos de cuando en cuando, algún que otro ladrido a deshoras o a cumplir con los paseos diarios que todo perro necesita, será mejor que valores la opción de regalarles algo distinto, como un peluche, un camión de juguete o una videoconsola. No les aportarán cariño, el aprendizaje de valores ni recibimientos alegres y sinceros, pero tampoco sufrirán si se rompen o se quedan en la calle.

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