Es difícil responder a la pregunta de qué técnica es la más adecuada a la hora de esterilizar o castrar a un perro. Depende de muchos factores, pero el veterinario es el encargado de decidir qué técnica aplicará en la castración, o si por el contrario prefiere la esterilización. Muchas veces se trata de algo totalmente subjetivo, ya que un veterinario puede preferir una técnica mientras que otro se decantaría por una operación distinta, pero con el mismo objetivo.
Hembras: ovariohisterectomía y ovariectomía
A la hora de castrar a nuestra perra tenemos dos posibilidades, la ovariohisterectomía, en la que se extirpan útero y ovarios, y la ovariectomía, en la que solo se extirpan los ovarios. Lógicamente la segunda es menos invasiva, ya que solo se extirpan los ovarios, pero es difícil determinar cuál es mejor. Ambas son igual de eficientes, previenen algunas enfermedades caninas, el embarazo psicológico, el cáncer de mama o útero o quistes en los ovarios... Normalmente, el veterinario aplica su criterio.
Machos: castración quirúrgica o química
Si nos fijamos en los machos también hay dos opciones, la operación de castración del perro o la castración quirúrgica, en la que se les extirpan los testículos, y la química, la única castración reversible -la esterilización también es una operación irreversible-. Aunque en perros adultos habitualmente se utiliza la técnica preescrotal y en los cachorros la escrotal, en los últimos años la técnica escrotal es cada vez más utilizada en perros adultos ya que es igual de segura y algo más rápida.
Respecto a la castración química, que solo se practica en los machos, consiste en unos implantes que reducen en un 50% la testosterona del perro, impidiendo que pueda dejar embarazada a una hembra aunque no siempre evita la búsqueda de hembras en celo o la monta. Cada seis meses hay que poner un nuevo implante, pero si cambias de opinión y quieres que el animal críe puedes no renovarlo y sobre los 2 o 4 meses habrá recuperado la fertilidad.
