Es difícil encontrar desventajas a la esterilización de los perros. Como pasa con todo en esta vida, la esterilización canina tiene algún aspecto a mejorar pero en líneas generales las ventajas de esterilizar a un perro pesan más que las desventajas. La operación consiste en una ligadura de trompas en las hembras o en la vasectomía del cordón espermático de los machos; y muchas veces las peores consecuencias de la esterilización del perro son culpa de la mala praxis del veterinario.
Trabajos mal hechos al margen, antes de que tomes ninguna decisión sobre la esterilización o no de tu perro conviene que sepas que la esterilización se ha asociado con la incontinencia urinaria, un problema que puede aparecer justo después de la cirugía o a más largo plazo. Por suerte, hay todo tipo de tratamientos para este problema, que en el caso de las hembras pierde probabilidades si se realiza después del primer celo -aunque entonces aumenta el riesgo de cáncer de mama-.
El problema de la incontinencia urinaria en el perro por la esterilización también aparece cuando operamos al cachorro demasiado pronto, antes de los 5 meses. Cierto que hay una edad para castrar a los perros, normalmente a partir de los 2 meses se pueden esterilizar, pero entre los 2 y los 5 meses tan solo debería hacerse en caso de que la salud del animal esté en peligro. Una esterilización temprana impedirá que un perro de fuerza o de trabajo desarrolle completamente su musculatura, por lo que se recomienda esperar a que alcance la madurez para llevar a cabo la operación.
Otra de las consecuencias habituales de la esterilización canina es la obesidad, aunque tiene parte de mito y parte de realidad. Es cierto que una perra esterilizada puede engordar tras la operación, pero hay que decirlo en femenino porque es un problema que solo las afecta a ellas y en condicional porque si la perra sigue una dieta adecuada y hace ejercicio con regularidad no tiene por qué subir de peso y sufrir problemas por ello.
